Tras un invierno cálido y lluvioso, la primavera continua con numerosas precipitaciones hasta bien entrado el verano lo que provoca una disminución de la cosecha por el mildiu. Por suerte el verano y la vendimia muestran su cara más austera sin precipitaciones y altas temperaturas. Con todo ello la escasa cosecha y los recursos hídricos acumulados permitieron una perfecta maduración lo que ha dado lugar a vinos con mucha intensidad aromática y potencial de guarda.
Del color de la nectarina con capa media y limpieza cristalina. Tras una leve oxigenación en copa desarrolla en primer lugar aromas varietales como el azahar, fruto de hueso, cerezas y naranja sanguina. Pasados unos segundos los aromas más territoriales se apoderan de la copa con recuerdos a enebro, hinojo y especias mediterráneas. En boca es fluido, vibrante y denso con un eterno final de boca. Un autentico placer para los sentidos.
Bodega Gil Pejenaute