¿POR QUÉ EL ALBARIÑO ES TENDENCIA?
Albariño destaca, en primer lugar, por su inconfundible personalidad aromática. En nariz, despliega un abanico de fragancias frescas y afrutadas, con notas cítricas, recuerdos de melocotón, albaricoque, manzana verde y, a menudo, un toque floral que lo hace especialmente seductor. Esta complejidad aromática se debe en gran parte a su origen atlántico, que impregna la uva de una frescura y vivacidad únicas.
En boca, Albariño sorprende por su vibrante acidez, una característica que lo convierte en un vino sumamente refrescante y gastronómico. Tiene una textura sedosa, con una ligera mineralidad y un final persistente que invita a seguir bebiendo. Esta combinación de elegancia y frescura le hace ideal para maridar con una amplia variedad de platos: desde marisco y pescado blanco hasta sushi, quesos suaves o incluso cocina especiada de inspiración asiática.
Además, su versatilidad ha conquistado sumilleres y vinófilos de todo el mundo, que le ven como una alternativa sofisticada y de gran calidad a los grandes blancos internacionales. En un momento en que se valoran cada vez más los vinos con identidad propia, Albariño brilla con luz propia: expresa el carácter de su territorio, la brisa del océano y la tradición vitivinícola gallega con una autenticidad que enamora.
No es de extrañar, pues, que cada vez más bodegas apuesten por esta variedad, no sólo en Galicia sino también en otras regiones con climas similares, reafirmando su potencial y consolidándola como una de las variedades blancas más prometedoras del panorama global.